Rogerio Velásquez Murillo, el Escritor, Humanista e Investigador.Por: Américo Murillo Londoño (Mis memorias)
Don Rogerio, como lo denominaban en el Chocó, nació en Sipí un 8 de agosto de 1908, hijo de Aurora Velásquez Murillo, de quien tomó sus apellidos; en atención a que a ella le tocó asumir el rol de padre. Su mamá era natural de Platinero (Municipio de Condoto) y su padre Miguel Asprilla, del Bajo Baudó.
De Rogerio Velásquez, se ha escrito extensamente de la importancia de su prolífica obra literaria y de los altos cargos ocupados en su trasegar público, y por supuesto considerado entre los intelectuales más importantes del Chocó. No obstante a lo anterior, poca divulgación ha tenido el contenido de la investigación que en el pacifico colombiano dirigió en 1957, sobre las patologías predominantes en la región y la cura tradicional de las mismas, tales como el pasmo, aire en la cabeza, mal de ijada, dolores vaginales, dolores estomacales, dolores errantes, etc.
Se describe además en ese estudio, la composición racial de los sitios visitados, la duración de los viajes de un lugar a otro con los enfermos, tipo de alimentación, las endemias predominantes del territorio, como el paludismo, anemia tropical, amibiasis, diarrea, pian, ascaridiasis, tuberculosis, lepra, mordeduras de culebras, bronquitis, neumonías, forunculosis, erisipela, sarna, carate, bocio o coto, afecciones del hígado, el bazo y viruela. Se cita igualmente a las poblaciones visitadas, los esteros, los múltiples ríos que vierten sus aguas al Pacífico, la interrelación con sus habitantes, como también el nombre científico de las plantas utilizadas por la comunidad.
Toda esa gama de enfermedades tenían como agentes patógenos agravantes, la pobreza, la alimentación marcada en algunos casos por el monofagismo o práctica de alimentarse casi o exclusivamente con un solo alimento, la rudimentaria habitación familiar, el agua, la ausencia de servicios públicos, como acueducto, alcantarillado y escasos centros de higiene, con una fuerte incidencia en las defunciones de adultos, prenatales y postnatales.
Vale anotar, que en dicho estudio se relata, que no fue posible ahondar mucho con la comunidad, en enfermedades sexuales, la menstruación y la brujería, dado a que hubo reticencia y cautela en suministrar información, con el argumento, que eran temas del hechicero o de los iniciados en la magia. Se describe también en la investigación, la diferencia entre el brujo y el curandero; sobre las prácticas mágico-religiosas y de las oraciones utilizadas como por ejemplo, para atajar la sangre, para curar mordedura de culebras, para salir con bien en el parto.
Enfatizaba Don Rogerio, como la región pacífica, “…tal vez por su localización geográfica ha sido una de las zonas más olvidadas no sólo de parte del gobierno central, sino también de la opinión pública nacional. Parece ser que a los colombianos no les interesa la suerte de sus compatriotas negros del Chocó, a pesar de la inmensa riqueza minera, forestal y especialmente humana que allí se encuentra.”
Es preciso resaltar, que el contenido de esa investigación, fue material de estudio en la Facultad de Sociología de la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín. Ahora, en el 2025, después de haber transcurrido 68 años, de haberse realizado el multicitado estudio, la situación del pacifico colombiano y particularmente en el Chocó, si bien ha cambiado un tanto, existe aún una gran brecha entre nuestras condiciones de vida, comparada con las poblaciones rurales del interior del país.
De otra parte, considero pertinente anotar, que tuve la fortuna de conocer personalmente a Don Rogerio Velásquez Murillo, cuando cursaba el segundo año de bachillerato en el Colegio Carrasquilla, lo habían designado Rector de dicha institución educativa, en remplazo de Miguel A. Caicedo Mena.
En la disertación de su presentación ante el estudiantado, Don Rogerio nos comentó haber sido estudiante del Carrasquilla, una parte de la etapa de su formación durante la secundaria y nos contó sobre la fábula de Jaime y las bellotas, del escritor Inglés Tim Bowley, en la que se narra sobre una bellota que Jaime sembró, que inicialmente germinó y creció, pero no llegó a convertirse en un árbol; pero que luego plantó otra y otras, que por múltiples circunstancias no culminaban su ciclo de crecimiento, hasta que por fin, una de ellas pegó en la tierra, creció para luego convertirse en árbol, en un Roble.
Con esa fabula Don Rogerio, nos instaba a los estudiantes a no desfallecer, que fuéramos como Jaime, quien no se arredró ante las adversidades para lograr el objetivo; e insistía que como estudiantes teníamos que perseverar durante nuestra permanencia en el colegio, para crecer como la bellota hasta convertirnos en un Roble, para ser útiles a la sociedad.
Vale recordar que en aquella época, en el Carrasquilla y en los demás colegios de secundaria, masculinos y femeninos que impartían educación en Quibdó, contaban con un internado para albergar a los estudiantes de las otras poblaciones, que de pronto no tenían familiares donde hospedarse.
En el Carrasquilla estudiaba interno, Rogerito Velásquez Ayala, el hijo mayor de los varones de Don Rogerio, y aquel, en un fin de semana por la noche, cuando todo el mundo dormía, Rogerito se “voló” del internado, a parrandear, información que le llegó a Don Rogerio, hecho por el cual el día lunes mandó a Rogerito para su casa, a efectos que se presentara de inmediato con su acudiente, que era su esposa la profesora Belitza Ayala, quien al llegar a la rectoría entró malhumorada diciendo: “mirá Rogerio, vos porqué mandaste mi muchacho para la casa, pero Don Rogerio en actitud imperturbable le respondió, señora Belitza, de puertas afuera de este claustro, yo soy su esposo y de puertas adentro tenga siempre presente, que soy el Rector”.
En la rectoría del Carrasquilla, Don Rogerio fue garante de los derechos de los estudiantes, ante algunas prácticas de retaliación o preferencia, por las creencias políticas de sus padres, en que incurrían unos pocos profesores; razón por la cual en 1964 le hicieron un montaje y lo acusaron ante el Ministerio de Educación, de supuestamente haber forzado a unos estudiantes del Colegio para que votaran de acuerdo a sus intereses políticos, en unas elecciones. Ese hecho injusto y por demás reprochable lo deprimió y prefirió renunciar al cargo de rector Colegio Carrasquilla. En su remplazo el Ministerio de Educación envió del interior del país al licenciado Chocoano Lino Maturana Palacios.
En el pasado como en la actualidad, no es de extrañarse ver que Chocoanos, que en su afán creerse unos iconoclastas, se ensañen contra el paisano que va en ascenso o se destaca en alguna posición burocrática, y hasta mancillan la memoria de muertos que no puede defenderse.
Don Rogerio Contrajo matrimonio con la educadora Belitza Ayala Gómez, de cuya unión nacieron: Lhia del Carmen, Amparo, Rogerio, Esther, Belitza (Chirringa) Cristina Isabel (Bonita) Antonio María, Luisa Elena, Alma del Socorro y Manuel. Antes de contraer nupcias, Don Rogerio tuvo dos hijas en Condoto; Fátima y Vilma Aurora.
Don Rogerio fue un padre amoroso pero riguroso con la disciplina; muy comprometido con la crianza de sus hijos y antes que regañar y castigar, corregía con ejemplos de vida. Vale comentar que en un tiempo que se puso de moda en Quibdó entre las mujeres, unas chanclas que llamaban “tres puntá” y a una de sus hijas, Isabel Cristina, se le ocurrió ir un domingo a misa con esas chanclas y ante ese hecho, Don Rogerio le dijo que ese no era un calzado apropiado para asistir a la iglesia; sin embargo Cristina a escondidas de él, se fue a misa bien oronda con sus “tres puntá” ; pero Isabel Cristina, no esperaba que se encontraría en la puerta de la casa con Don Rogerio, quien con mucha calma le dijo: ”Si se hubiera ido descalza para la iglesia, la gente pensaría que usted estaba cumpliendo una manda, lo cual sería plausible; pero quienes la vieron con esas alpargatas, seguramente pensaron que en su casa, su mamá y su papá no tenían para comprarle zapatos; seguidamente la puso a escribir 100 veces una plana, que textualmente decía “ No debo asistir a misa calzando tres puntá”.
Don Rogerio era una persona de asistir a misa todos los domingos y además ferviente devoto de la Virgen del Carmen, era un lector y escritor consumado, inclusive cuando llevaba a paseos en el río, a sus hijas mayores, Lhía y Amparo, cargaba un libro para leer o un estilógrafo para hacer anotaciones y apuntes de libros que tenía en ciernes.
Falleció en Quibdó, el 7 de enero de 1965.
Fuentes consultadas: María Victoria Ocampo Benítez, Socióloga de la U.P.B.
Las hermanas Velásquez Ayala
Quibdó, junio 18 de 2025

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